El príncipe que tenía una luna en la frente y una estrella en la barbilla
En una ciudad de la India, vivía un pobre matrimonio que tenía siete hijas. Como no podía pagarles ninguna distracción dejaba que cada tarde fuesen a jugar con la hija del jardinero de Palacio.
El príncipe y el fakir
Érase una vez un monarca que no tenía hijos. En vista de ello decidió un día tenderse en el cruce de cuatro caminos, a fin de que cuantos pasaran tuvieran forzosamente que verle. Al cabo de mucho rato, acertó a pasar un fakir, quien al ver al rey le preguntó: - ¿Qué haces aquí? - Más de cien hombres han pasado sin preguntarme nada; imítales tú y sigue adelante -contestó el soberano. - ¿Quién eres? -insistió el fakir. - Soy un rey. No me faltan bienes materiales
El puchero roto
Vivía en cierto lugar un bracmán cuyo nombre era Savarakipana, que significa: nacido para ser pobre. Aquel día recibió una gran cantidad de arroz y cuando hubo terminado de cenar, aún le quedó para el día siguiente. Para que no se estropease lo guardó en un puchero que colgó de un clavo en la pared, encima de su cama. Al acostarse, el bracmán no podía apartar el pensamiento del puchero de arroz. - Si ahora reinase el hambre en el país -se dijo, de ese puchero de arroz sacaría lo menos cien rupias, con las cuales podría comprar una pareja de cabras, macho y hembra. Cada seis meses tendría cabritillas y, en unos años tendría un gran rebaño.
La hermosa Laili
Érase una vez un Rajá llamado Dantal, poseedor de montones de rupias, soldados, caballos y elefantes. Tenía también un hijo llamado el príncipe Maxnun, que era un jovencito de dientes como perlas, mejillas sonrosados, cabello color de fuego, labios como rubíes, y cutis como la nieve que cubre las cimas del Himalaya.
La tortuga charlatana
Un soberano de la India muy amado de su pueblo, tenía un defecto enorme: era muy charlatán. Su Gran Visir, hombre de gran sabiduría y discreción, estaba enormemente preocupado por el defecto del Rajá. Un día, mientras paseaba por los jardines del palacio, habló así: